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R O M E R Í A El dÃa amaneció nublado, totalmente nublado. Ni un pequeño resquicio que permitiese la ilusión de un dÃa medianamente soleado. Comienzo a preparar la tortilla, está oscuro, debo de encender la luz de la cocina; creo que con estas ocho patatas será suficiente, y dos buenas cebollas, ocho huevos y un buen aceite de oliva virgen. ¡Vaya dÃa que vais a tener!, comenta VÃctor a medida que sube la escalera. Está lloviendo, exclama asomándose al balcón. Las previsiones más pesimistas se están cumpliendo: llueve aunque con escasa intensidad. Las cebollas, finamente picadas, ya se han frito, ahora le llega el turno a las papas; una vez fritas bato los huevos en un recipiente grande pues he de mezclarlo todo bien, añado la sal y vuelco todo en la sartén. Unas vueltecitas, cuajo la tortilla y listo. Hice también un pulpo cocido que aliñaré cuando llegue al prado. Ha dejado momentáneamente de llover, el suelo de la calle luce una triste mojadura, en la plaza apenas quedan tres coches, la gente ya debe de estar en el prado. La temperatura ha bajado sensiblemente, escojo un fuerte jersey de lana. Ayer estábamos a 22ºC., hoy apenas superamos los 11. Mi hermana tiene unas ligeras molestias, no vendrán. He metido en el maletero del coche 4 sillas y 2 mesas, acomodo a Feus en su jaulilla, guardo la tortilla y el pulpo, salgo por las desiertas calles del pueblo y enfilo la carretera en dirección al cordel, antiguo paso de ganado transhumante, de unos 40 metros de anchura por el que ahora pasa, discreta, una estrecha carretera llena de baches. Nunca el ojo humano se cansará de contemplar la inmensa belleza de la Naturaleza durante la explosión de luz y color de la primavera. La tierra estará contenta, hoy recibe a la hermana lluvia tras mucho tiempo sin una gota. A unos 3 Km, me desvÃo por un camino de tierra infame, donde los amortiguadores deben de probar su resistencia. El monte está poblado de infinidad de encinas. Se empiezan a divisar, algo más allá, decenas y decenas de vehÃculos aparcados en cualquier sitio, junto a los cuales las familias han dispuesto las mesas y sillas. Ha dejado de llover, los niños corretean entre las encinas, sobre la hierba húmeda, sin importarles caer al suelo y levantarse riendo. Algunos han montado pequeñas carpas para protegerse de la posible lluvia y el viento. ´Cerca del puesto de socorro de la Cruz Roja es donde la peña tiene por costumbre instalarse. Junto a una gran roca, bien protegido, se ha encendido una fogata. las 13 horas. Abelardo fue el primero en llegar y tomar posesión del lugar. Sentado junto al fuego tiene al lado una botellita de buen vino TentudÃa y un poquito de jamón. Saco sillas y mesas, libero a Feus, que corre por el prado y pongo sobre la mesa la tortilla y el pulpo, el cual aliño con aceite, pimentón de La Vera y sal. Poco a poco la gente va llegando y colocando sobre las mesas lo que buenamente han preparado. Tortillas, pimientos asados, chorizo, salchichón, pulpo, albóndigas, empanadillas... Los miembros de la peña, con sus familias, conforman un cuadro singular de camaraderÃa y convivencia. Cervezas bien frÃas, vinos diversos y refrescos acompañan a las tertulias y entre bromas y risas se va dando buena cuenta de los manjares. La pequeña ermita de la Virgen de Valverde es una humilde construcción de piedra en medio del monte, rodeada de olivos y encinas. En su interior la pequeña imagen es venerada por sus fieles. Luego la costumbre es ir a deslizarse por "la arrojaera" que es una gran roca, bastante lisa y con un pequeño desnivel, como a modo de tobogán. Los cocineros se disponen a realizar una paella para todos. Disponemos de una paellera de unos 70 cm. de diámetro. Todo listo, aceite de oliva virgen, cebollas, pimientos, tomate, mariscos y arroz. Es una paella para 23 personas... y Feus. El tiempo nos está respetando, hace algo de fresco, está nublado, pero no llueve. Pequeñas columnas de humo, que se elevan revoltosas, indican que varios centenares de personas realizan una labor parecida a la nuestra. Acabada de cocinar, la paella presenta un aspecto formidable. Se sirve en platos desechables de plástico. RiquÃsima, matrÃcula de honor para los cocineros. Quien lo desea puede repetir. Feus está feliz. La gente se ha sentado a discreción, buscando el mejor lugar para comer y charlar. Posteriormente café. Hay whisky y ron para los que lo deseen. Se forma una partida de tute. El sol hace acto de presencia, se abren claros en el cielo pero la temperatura no acaba de subir. Las mujeres se reunen en torno a la hoguera, alimentada de pequeños troncos de madera que alguien fue previsor de traer. La tarde transcurre plácida. Un tamborilero, con su flauta, se pasea por entre los romeros. las 8 de la tarde, hay que recoger. Sillas y mesas al coche, Feus a su jaulilla; guardamos los desperdicios, botellas y plásticos en bolsas que arrojaremos a los contenedores en el pueblo. Una última mirada al hermoso paraje. Hasta el año que viene, domingo siguiente al Domingo de Resurrección. Ha sido un dÃa agradabilÃsimo. Diario, creo que la próxima vez que te visite será muy lejos de aquÃ, allende los mares, en la ciudad de Nueva York donde mi amiga Meche espera impaciente mi llegada, con una lata en una mano y un abrelatas en la otra ¿verdad, amiga? Parece que por allá también ha llegado la primavera ¿Se harán romerÃas? ¿Se oirán los cantos y trinos de los pájaros?... Salud y paz  |
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4/7/2008 3:31 pm |
Gracias amiga Cecilia: Ya le di tu abrazo a Meche. Fue lastima que no pudieras venirte. Meche es una gran anfitriona y buena persona, tal como la hab'ia imaginado. Quedan dias de abril, aun puedes !animate! Salud y paz Salud y paz
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4/3/2008 2:41 am |
Ya te he dicho, amiga mÃa, que estoy realmente abrumado por tanta atención que de antemano me dispensais. Una vez más, no tengo palabras mas que de agradecimiento para tÃ, Margarita, su marido, sus hijos y tus socios. Espero saber corresponder cuando vengas a España, asà como tus amigos y socios. Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas. Van a dar las 12h. Ducha y salgo para Madrid. Temperatura: 22ºC. Primavera linda. Mi hermana y VÃctor se van, tienen que hacer cosas; me dan un fuerte abrazo y muchos, muchos, muchos besos para tà y amigos. Salud y paz Salud y paz
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4/3/2008 2:26 am |
Gracias, Marteja, por defenderme. Tú sabes bien que te guardarÃa en un rinconcillo de mi maleta si cupieses en ella, para darle un susto a la Mechuda cuando la abriese. ¡Se morirÃa del susto! jejeje. Pero esto no es posible, asà que si te animas, te vienes al Niuyor ese y Meche y sus amigos nos enseñarán las excelencias de esa gran ciudad. De todas maneras, yo lo contaré en este mismo diario y podrás estar al dÃa. Salud y paz Salud y paz
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